sábado, 24 de mayo de 2008

Cuentos del Extremúsika (3/4)

01:20 Obús (Amstel)
Les rescató del tedio el descubrimiento de dos llamadas perdidas del Largo en el móvil. Le llamaron enseguida. “¿Dónde andáis? Me ha dicho el Chamán que os quiere llevar a ver a Obús, que ya están llegando al recinto”… ¡Joooder!

Nada más entrar a la zona VIP les estaba esperando el Chamán para llevarles corriendo arriba del escenario Amstel, donde todavía seguían Zolo Zeppelin, y donde acabaron de ver su concierto, a pesar de que les hubiera gustado más estar viendo a Porretas, que estaban ya tocando en el Rock & Gol. Pero todo sea por el Fortu, que después tocaba en aquel "tablao".

Estando allí observaron cómo llegaba su furgoneta y empezaban a descargar todo a grande prisa. Sí que llegaban pillados. Bajaron a verlos más de cerca, y mientras que la banda estaba atareada con los instrumentos y demás, Dani saludó a David Alcántara, que viajaba con ellos. Le conocía de haber salido con el grupo hacía muy poco en el programa de televisión “Vidas anónimas” de La Sexta. Le contó que estaba aprovechando para sacar unas fotos para el nuevo álbum de Fortu en solitario, que saldría a comerse el mundo de forma inminente.

Se cortaron de decirle nada a los Obús antes de actuar, porque seguro que no era el mejor momento. Ahora era el momento de disfrutar del pedazo de concierto que iban a dar.

Se lo pasaron como los indios. Se las sabían todas. La adolescencia de ambos estuvo marcada por ellos. Era muy emocionante estar ahí, tan cerca de ellos, viéndoles “descargar” de esa manera. Son unos profesionales. “Dinero, dinero”, “Me domina la autopista”, “El que más”... Los pelos como escarpias. No pararon de hacer buenas fotos:


Y es que Fortu para ellos era la hostia. Un animal del escenario. No es sólo que sea una de las mejores voces del heavy español, sino que además es una “cabaretera”, como él mismo dice. Se transforma, y lo interpreta, y eso a ellos les llegaba y les hacía sentir como él.

¿Y Paco Laguna?, ¡pedazo de guitarrista!. También les fliparon los otros dos músicos: Nacho, el bajo, que lleva ya unos añitos con ellos, y el batería, que acababa de incorporarse a la banda, pero que no veas cómo le pegaba. Más de una vez tuvieron que venir a colocarle algún platillo que había tirado.

Desde arriba, Dani y Tony podían ver las caras de la gente flipando con ellos: alucinaban. Siempre creyeron que los músicos no podían verles con las luces de frente, pero estaban totalmente equivocados.

01:50 Reincidentes (Sennheiser)
Con el subidón miraron el calendario de conciertos, y vieron que estaban los Reinci en Sennheiser. Para Tony, estos sevillanos eran unos de sus favoritos, y se bajaron al albero. Para él han demostrado que son unos de los mejores desde hace un mazo de años.

Había un ambientazo que no veas, petadísimo. Dani y Tony disfrutaron de ello, y se echaron unos bailes estilo punk con la peña.

“Dolores”, “Jartos de aguantar”, “Los buenos y los malos”, “Un día más”… ¡Cómo molaban!

02:25 La Leñera
Siempre les gustaba verlos. “Es un cover de Leño que lo hace francamente bien, porque el tío, sin parecerse realmente, ¡hasta consigue poner la cara de Rosendo al cantar!”, exclamó Dani.

Recordar las canciones de Leño fue una gozada, y a falta de pan…


Después de enlazar varias actuaciones, llegó el momento de decir lo que Charly García en Necesito un trago del disco de tributo “Mucho Tequila!”: “Ok, vamos al bar”.

¡Menuda sorpresa!: estaba Obús al completo en el bar… “¡Tenemos que entrarles!”, jaleó Dani. Pero a la vez les daba un poco de respeto, y, mientras le echaban valor, se pusieron a pedir en la barra al lado de ellos. Hasta que fue más bien Fortu el que les entró a ellos, porque les había visto en el escenario disfrutando de su pedazo de concierto. “¿Os ha gustado entonces?”. Y Dani y Tony no tenían palabras para decirles lo que les había encantado. A pesar de que los del grupo, por su parte, estaban un poco jodidos por el tema de los estrictos horarios en los festivales. Porque, a falta todavía de 10 minutos para que tocara La Leñera en su mismo escenario, y con el público entregado y pidiéndoselo a gritos, cuando anunciaron que tocaban una más, no les dejaron. Se les quedó en el tintero “Va a estallar el Obús” y alguna más.

Se tomaron una copa con ellos, entre petición y petición de fotos y autógrafos del resto de la peña. Y la gente pensaba que nuestros festivaleros eran parte del grupo. De hecho Fortu les presentó a otro fan como el mánager y un periodista de El País. ¡Qué guasa tenía el tío!.

Y enseguida los obuseros se marchaban para el hotel. Tony llevaba la carátula de “El que más” por si se la firmaban, pero al final tan sólo dio tiempo a hacerse un par de fotos que les tiró su mánager. ¡Cojonudo de todas formas!

Se quedaron ahí flipando un poco, porque eso no les pasaba todos los días. Entretanto, se les escaparon Koma, Vantroi y Reincidentes para hacer alguna fotillo. Para todo hay que estar espabilado.

Llovía mazo, y decidieron irse para casa, pero pasando a despedirse primero del Largo y el Chamán. Pero llovía tanto que finalmente decidieron volverse a la carpa sin llegar a su caseta siquiera. Ya descartaron ver a La Vela Puerca, Momo y Bersuit, con cierta tristeza, pero en esta vida hay que tomar ciertas decisiones.

Al volver se encontraron con un compañero de sus colegas de la organización, el Cheroky, que les informó de que se habían suspendido ya todos los conciertos restantes (o sea, que no se los perderían por propia voluntad) y de que algunos de ellos tocarían al principio del día siguiente.

El Largo y el Chamán ya se habían ido a descansar, así que el Cheroky les invitó a que se fueran con él a la caseta, que tenía que acabar de cuadrar los runners: así los técnicos y el resto de artistas sin vehículo no se quedaban colgados en el recinto. Después prometió acercarles a su alejado coche.

Allí estaba Elena, coordinando también, y nuestros rockeros se lo pasaron en grande, viendo como se organizaba todo, cómo llovía a mares, y cómo les trataban como a gente de allí. Por ejemplo, el cantante de La Vela Puerca, que les dió un fuerte apretón de manos al despedirse, lamentando no haber podido tocar.

Cuando esa noche llegaron al hotel, sobre las 6 de la mañana, Dani cayó rendido, pero la mente de Tony no paraba de procesar todo lo que había vivido. Y le costó conciliar el sueño, a pesar de la tralla que había llevado, ordenando todos sus recuerdos. Las 8 le dieron, como mínimo…

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