jueves, 5 de junio de 2008

¡Vaya sorpresita!

A diferencia de lo que me pasó con el concierto de Zinkin Prim, esta vez yo no estaba enterada de que uno de mis grupos favoritos tocaría en la FNAC. Pero puede que el destino se encargara de que yo estuviera allí precisamente esa tarde, haciendo unas comprillas.

Mientras ojeaba las pelis a la vez que hablaba por teléfono comencé a escuchar unos acordes que procedían de la cafetería. No conocía la canción, aunque también me dio tiempo a analizarla un poco y pensar en las influencias del grupo. Y desde luego la voz me recordaba muchísimo a la del vocalista de cierta banda del sur.

Para cuando colgué el móvil se disponían a empezar con la segunda. Y cuando escuché “¿Cómo estás? Vengo a verte…”, acabé de confirmar mi hipótesis del principio: a esos chicos les gustaba tanto Reincidentes que hasta se atrevían a hacerles una versión de Hablando con mi cerebro. ¡Y no lo hacían nada mal!

Fue entonces cuando decidí asomarme a la cafetería para ver un poquito su concierto… ¡Y eran los propios Reincidentes! ¡Madre mía! ¡Qué emoción más grande! Casi no me lo podía creer, no tenía ni idea… Ahí, tan sencillos ellos, con apenas cuatro gatos todavía de público. Les da igual llenar un estadio que tocar para veinte personas.

Al terminar, explicaron que había sido una especie de ensayo, y que volverían con el concierto en unos minutos. Yo alucinaba, de verdad. Ellos tomándose algo tranquilamente en la barra, a 5 metros míos, y yo paralizada, sin ser capaz de ir a decirles nada. Y eso que les veía bastante relajados. No les entraba mucha gente y, cuando alguien lo hacía, le atendían muy amablemente. De hecho hubo un momento que hasta me pareció que Fernando me miraba, como dándome la oportunidad de acercarme… ¿O quizá se dio cuenta de que les observaba tan fijamente que sospechaba si era una desequilibrada mental, ;)?

El caso es que me dejé vencer por mi timidez y no fui capaz de actuar. Digamos que les dejé actuar a ellos, que eran los artistas de verdad. Por lo que, en un breve intervalo de tiempo, y con el local más lleno ya, comenzaron el concierto de verdad.

  • Resistencia

    Fernando aprovechó para presentar aquí a Juanjo Pizarro. Acertada presentación, ya que quizá era el único que la necesitaba, al menos para mí. Juanjo, me he enterado luego, aparte de hermano de Manuel, el batería (que no estaba invitado a este acústico), es el productor de todos los discos de Reincidentes. Aparte participaban, como no, Fernando, Barea y Finito de Badajoz.

  • Un pueblo


  • En este lapso alguien le pidió Vicio: “Como en los otros conciertos… ¡vicio el que tienes tú!”.

  • Un día más


  • Otra de mis favoritas.


    Aquí presentaron el disco que, para el que no lo conozca todavía, es una colección de versiones hechas por Reincidentes de canciones de grupos o cantantes suramericanos como Pablo Milanés, Tijuana No o Silvio Rodríguez.

  • ¿Cuál es el precio? (Attaque 77)


  • Una de las del disco nuevo.

  • Amarga habitación


  • Otra de las que más me molan… Parece que estaban tocando para mí, ;)… “Yo te lo pago luego, pero ponme un Gin Tonic, por favor”, rogó Fernando al de la barra.

  • Hablando con mi cerebro


  • Otra vez, pero ya oficialmente, ;)…


    Parece que no podían proporcionarle el combinado, porque no había tónica.

  • Aprendiendo a luchar


  • Aquí se salieron. El cantante tocaba la armónica y la peña daba palmas. Y para remate, finalmente había tónica, ;)…

    Después presentaron otra de unos uruguayos amigos suyos con los que tocaron en Montevideo: La Chancha. Se supone que el año que viene vendrán por España.

  • Comerse un buey (La Chancha)


  • El concierto llegaba a su fin, y tocaba despedirse. Explicaron que tenían una entrevista para la promo. “Madrid es así, todo es deprisa”, indicaron. Pero, como compensación, anunciaron que estarán en La Riviera en otoño. Y ahora sí:

  • Vicio


Con este final, el público eufórico se les echó encima para hacerles todo tipo de peticiones, pero yo decidí seguir con mi discreta presencia. Quizá haya otra ocasión, o quizá no, pero no todos los días se levanta uno con fuerzas para comerse el mundo. Por mucho que lo quiera.

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